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Mazar a punto de su capacidad máxima: El impacto de las lluvias en la hidroeléctrica

En un notable cambio de escenario, el embalse de Mazar ha experimentado un significativo aumento en su nivel, alcanzando los 2.133,03 metros sobre el nivel del mar este 4 de enero, lo cual lo coloca a solo 20 metros de su capacidad máxima. Este incremento se debe a las lluvias persistentes que han revitalizado la cuenca del río Paute, poniendo fin a una sequía que se prolongó por 160 días en la región de Cuenca.

Anteriormente, la hidroeléctrica enfrentó momentos críticos durante los apagones entre octubre y noviembre, cuando el nivel del embalse estuvo peligrosamente cerca de su cota mínima considerada operativa, marcando 2.110 metros. Sin embargo, el reciente volumen de precipitaciones ha permitido que el agua regrese, inundando nuevamente los lechos del río Paute, donde hasta hace poco la roca y el sedimento eran el terreno común.

La situación ha supuesto un alivio para las centrales del Complejo Hidroeléctrico Paute en Azuay, compuesto por Mazar, Molino y Sopladora. Aunque la central de Mazar ha presentado actividad intermitente, las lluvias han permitido operaciones más constantes en las otras dos plantas, contribuyendo colectivamente a una capacidad total de 1.757 MW.

El efecto de las lluvias también ha sido evidente en los cuatro ríos principales de la capital azuaya: Tomebamba, Machángara, Tarqui y Yanuncay. Después de fluctuaciones en sus niveles, variando entre prealerta y normalidad, los caudales de estos ríos están ahora estabilizados, lo que asegura el suministro de agua tan necesario y garantiza la seguridad del sistema hidroeléctrico del área.

A finales de diciembre, expertos señalaron que, a pesar de la alerta respecto a la sedimentación del río Tomebamba, no se esperan problemas significativos para la producción energética, gracias a la infraestructura diseñada para mitigar estos efectos, tales como desarenadores que efectivamente gestionan la acumulación de sedimentos.

La cuenca del río Paute, originada en los páramos de El Cajas y Soldados, junto a numerosas subcuencas menores, ha mostrado un renovado vigor. Residentes locales han expresado su alivio al ver los ríos Collay y Paute, entre otros, llenos de agua nuevamente, cubiertos por la neblina y contribuyendo valiosamente al sistema energético nacional.

Este nuevo escenario hídrico no solo es vital para el potencial energético de la región, sino que también refleja una adaptación y resiliencia ante la variabilidad climática que afecta de manera recurrente a la zona. La recuperación del embalse de Mazar y de los afluentes circundantes sugiere un respiro temporal ante las periodos secos, destacando la importancia de gestionar estas riquezas naturales con visión a futuro, considerando los retos que el cambio climático pueda imponer.

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